Autocompasión

Los humanos somos excelentes seres autocompasivos. Es en extremo gracioso ver cómo la gente siempre gusta de ejemplificar su propia vida cuando platica con los demás. Cómo cuando alguien cuenta una pena y el receptor responde con un "sí, por ejemplo yo..." ó "pues cuándo a mi me pasó..." sin dejar terminar al emisor su propia pena, también, autocompasiva.

Esto se demuestra de manera excelsa en noches de excesos, como ayer, donde el alcohol, cigarros y sustancias extrañas logran sacarle lagrimas hasta el más fuerte ser humano. Sí, claro, pero a mi no.

Yo siempre estoy mirando a todos con ojo critico, es de mis peores defectos-virtudes, diría yo.

Para el caso la autocompasión se va al carajo; el alcohol comienza a cobrar su efecto excusador y a todos se les olvida qué manos están agarrando, qué labios están besando, qué ojos están mirando; al fin y al cabo: "estaba ebrio, no sabía qué hacía".

La autocompasión es un arma de dos filos. La autocompasión es algo que definitivamente no se me da a estas alturas maraqueras de mi vida. Yo no soy una persona capaz de culparte, de buscarte mil defectos para explicar el porqué sucedieron las cosas en caso de perderte, yo no me autocompadesco. Pasivo, talves, pero no me autocompadesco.

Oye, es mi culpa si lo pierdo.