Había una mujer bailando (1°era parte)

Había una mujer bailando cuando yo entré al bar de media noche. Las luces la apuntaban y apuntalaban el deseo.
Verla era una fiesta, era un pecado, era el infierno. Sus piernas desnudas te acariciaban la mirada, sus brazos cubiertos
te calmaban el corazón.

Ella no me miró cuando entré.



Había una mesa en la esquina del segundo piso abandonada. Quedaban restos de semen cubriendo el pequeño ascensor,
yo fuí por la escalera.
Al dar la vuelta en la esquina una pareja de mujeres me miró directo a los ojos. Quién diera una fortuna por ellas, quién
derrochara un tesoro por tocar un dedo de sus pies.

Ellas no buscaban hombres para tener diversión.

Yo la miraba desde lejos mientras besaba el tequila. No tiene nombre -el mesero confirmó. Yo la llamé venus, la llamé luz
por su mirada penetrante, la llamé dios, la llamé eterna, la llamé demonio.

Ella estaba acostumbrada a tener diezmil nombres.

Había una mujer bailando cuando yo entré al bar de media noche. Sus labios eran ardientes llamas en la boca del infierno.
Su cuerpo era de mil formas porque andaba yo ebrio. Pero bella siempre fue...

Ella comenzó a caminar sin bajarme la mirada.

Yo permanecía excitado ante lo prohibido de su cuerpo. Tenia ordenes de nisiquiera imaginarme besando su mirar. Ella se
acercaba cada vez más y más y yo estaba destinado a ser su juguete nocturno, su diversión temporal.

Ella me dijo "ven conmigo" y comenzó a caminar.

En el idioma de sus labios y sus manos que me tocaron al pronunciar estas palabras la suerte estaba dicha. No era un simple
comentario nadamás. Yo me resistía al saber que de tocarla era mi suerte la que estaba echada. Un paso en falso y no
volvería a verla más -ni a mi, pero eso que más da.

Ella se metió a una habitación privada.

Y al seguirla supe que no vería la luz del día una vez más...

(...)